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¿Pueden dos güimos machos vivir juntos?

  • Olalla Otler
  • 12 jun 2016
  • 12 Min. de lectura

Elliot y Kael, los güimitos de Olalla Otler.

Dos machos y una casa

Las cobayas son animales gregarios que disfrutan de la compañía de otros miembros de su especie. Vivir en grupos les ayuda a formar vínculos, satisfacer sus necesidades sociales, encontrar estímulos que les ayuden a llevar una vida más plena y activa y, por supuesto, a evitar la soledad.

Con todo, son muchos los que afirman que es imposible lograr que dos cobayas macho convivan en armonía. Por este motivo, con frecuencia se suele recomendar incluir al macho castrado en un grupo de hembras para evitar los posibles conflictos de territorialidad que pueden surgir cuando las cobayas alcanzan la edad adulta. Sin embargo, pese a que muchas cobayas macho no logran convivir juntas, lo cierto es que en otros muchos casos es perfectamente posible alcanzar una convivencia armoniosa y prácticamente sin conflictos.


La convivencia entre machos depende de muchos factores. Del mismo modo que no todas las hembras se aceptan, puede suceder que resulte imposible juntar definitivamente a dos machos en un mismo espacio. Lo cierto es que en ocasiones puede resultar un proceso lento y tedioso, pero mi experiencia personal con Elliott y Kael, mis dos cobayas, me confirma que, aunque a veces puede ser difícil, es algo que se puede lograr. El éxito o el fracaso en estos casos depende de una serie de factores que a menudo podemos controlar.


Bebés, adultos y de todo un poco:

Una de las primeras dudas que nos surgen cuando incluimos una cobaya macho en nuestras vidas es cómo y cuándo introducir un compañero de juegos en el núcleo familiar. Lo cierto es que no hay una regla de oro que dicte qué edad es la más apropiada, aunque se suele recomendar hacerlo lo antes posible. En todo caso, lo más apropiado es analizar cada situación particular para optar por la opción más adecuada a nuestras circunstancias.


Unidos al nacer

Uno de los medios más rápidos y fáciles de lograr que dos machos convivan consiste en la adopción conjunta de dos hermanos. Las cobayas que están juntas desde el nacimiento no suelen presentar problemas de convivencia a corto plazo. De hecho, estos animales suelen establecer vínculos sociales tan fuertes entre ellos que les lleva a desarrollar relaciones de dependencia desde una edad muy temprana. Son cobayas que suelen pasar la mayor parte del tiempo juntas y comparten todo tipo de actividades.


De todos modos, este vínculo no siempre es duradero. Los problemas de convivencia entre dos cobayas macho suelen surgir cuando los dos individuos alcanzan la edad adolescente o adulta que los suele llevar a enfrentarse por obtener el liderazgo del grupo. Estas disputas jerárquicas son comunes y si no son demasiado agresivas deben permitirse por el bien del grupo. De forma natural, para que la convivencia transcurra sin complicaciones, de estos conflictos deberá surgir una cobaya que asuma claramente el rol de líder y una cobaya sumisa. Con todo, en ocasiones estas rencillas pueden volver a resurgir con posibles cambios de hábitat, celos o estímulos externos.


Dos bebés en apuros

Es habitual que no siempre incluyamos dos cobayas a la vez en el núcleo familiar. Cuando esto sucede, es común que al cabo de unos meses decidamos aumentar la familia con otra cobaya más para que nuestro amigo peludo no se encuentre tan solo. Una recomendación habitual en el caso de cobayas macho es no esperar demasiado a que la cobaya crezca para incluir un amigo en su vida.


Al igual que en el caso anterior, las cobayas bebés suelen aceptarse sin problemas. Como ya hemos visto, pueden aparecer conflictos jerárquicos desde un primer momento, pero no suelen ser demasiado importantes entre dos cobayas pequeñas. Por lo general, una de ellas adoptará rápidamente el rol de sumisa, lo que facilitará la convivencia. Con todo, como en el caso anterior, esto no siempre es garantía de éxito, ya que la prueba de fuego llegará realmente cuando los dos individuos alcancen la edad adulta y saquen a relucir su verdadera personalidad.


Un nuevo miembro en la familia

Algo muy habitual es que nos resulte imposible aumentar la familia hasta que nuestra cobaya haya alcanzado la edad adulta. En estos casos, solemos dudar entre incluir un bebé en el núcleo familiar o una cobaya adulta con menos energía y que pueda adaptarse mejor a la rutina de nuestro amigo. Lo cierto es que esto dependerá del carácter, la edad y el ritmo de vida de nuestro amigo.


De todos modos, independientemente de la edad de nuestro nuevo peludo, en estos casos suele ser frecuente que si la cobaya que ya está en casa lleva mucho tiempo viviendo en soledad no acepte bien en un primer momento a su nuevo compañero. Debemos entender que se trata de un ser vivo que hace mucho tiempo que no interactúa con miembros de su misma especie, al igual que puede volverse muy celoso de su hogar y los miembros de su familia humana. Suele ser una buena idea no alterar demasiado la rutina de nuestro pequeño para que no vea la llegada del recién llegado como algo negativo. Del mismo modo, es importante no descuidarlo y prestarle especial atención, sobre todo durante los primeros días.


Choque de personalidades:

Como hemos podido ver a lo largo del apartado anterior, la clave del éxito en la convivencia de dos cobayas macho suele residir en el carácter de nuestros animales. Al igual que sucede con las personas, no todas las cobayas son capaces de establecer relaciones de amistad entre ellas. En algunos casos, los conflictos aparecen desde el minuto uno y en otros surgen al cabo de un tiempo. Es imposible saber si nuestras dos cobayas serán capaces de aceptarse, pero esto es algo que puede suceder tanto con machos como con hembras, aunque las disputas entre machos suelen ser más comunes y agresivas.

En caso de ya tener una cobaya macho antes de tomar la decisión de aumentar la familia, es muy importante conocer el carácter de nuestro pequeño. De este modo, si nuestro amigo es territorial y tiene una personalidad fuerte, nos convendrá más buscar un compañero que en un principio al menos se muestre tímido y sumiso. Pese a que su personalidad puede cambiar, esto nos facilitará las cosas en un comienzo.


La presentación: La paciencia es la clave

Además de la personalidad, uno de los aspectos más importantes de los que dependerá nuestro objetivo es el modo en el que realicemos la presentación de los dos animales. Se trata de algo que depende exclusivamente de nosotros, por lo que es fundamental tener paciencia y optar por hacer las cosas despacio y sin prisas.


Cuando una cobaya nueva llega a casa necesitaremos dos jaulas, dos habitaciones, paciencia y mucho cariño y comprensión. Las primeras semanas deberemos realizar una cuarentena, cuya duración dependerá de la procedencia de nuestro nuevo amigo. De este modo, nos evitaremos posibles contagios de enfermedades entre nuestros dos animales y le damos tiempo al nuevo miembro de la familia para que se adapte a su nuevo hogar y a nuestra presencia. Durante este tiempo, las cobayas no podrán verse, deberán estar en recintos diferentes y en habitaciones separadas para evitar cualquier tipo de contacto. Es importante incluso que nosotros nos lavemos bien las manos al acabar de manipular a nuestro nuevo amigo.


Una vez haya acabado la cuarentena y nuestro veterinario de exóticos certifique el buen estado de salud del recién llegado, podremos comenzar el periodo de presentación de nuestras dos cobayas. Para ello, necesitaremos buscar una zona neutral en la casa que nuestra primera cobaya no suela frecuentar. De este modo, no asociará la presencia del nuevo peludo como una invasión de su territorio y se mostrará menos hostil y más abierto a aceptar a su nuevo compañero. También pondremos a su disposición varios montones de heno para que puedan distraerse y darse algo de espacio en caso de necesitarlo.


Es importante que no forcemos demasiado el periodo de presentación. Es preferible realizar turnos de juegos breves e ir aumentando poco a poco la duración. Podemos comenzar con una presentación inicial de diez o quince minutos en función de la disposición que muestren nuestros animales. En esta primera etapa es fundamental que sean ellos los que nos marquen el ritmo y que no se sientan forzados a estar juntos demasiado tiempo si no quieren. En ocasiones, las presentaciones pueden alargarse varios meses, aunque no suele ser necesario.


Durante estas salidas, probablemente veremos diferentes comportamientos. Es común que las cobayas se persigan, levanten la cabeza, bostecen, traten de montarse, arrastren la zona genital o incluso muevan el trasero. No debemos preocuparnos y tendremos que dejar que interactúen entre ellos mientras no haya peligro, ya que es la forma en la que establecen la jerarquía dentro del grupo. Solamente deberemos intervenir en caso de ver comportamientos muy agresivos o ataques. Una señal muy clara de que el conflicto está aumentando de intensidad es que una de las cobayas o las dos empiecen a castañear los dientes. En caso de ver que la situación empieza a ponerse fea, deberemos concluir el turno de juegos y probar de nuevo al día siguiente o al cabo de unos días.

Solamente deberemos juntarlos en el mismo recinto cuando estemos completamente seguros de que las dos cobayas se aceptan y se sienten cómodas con la compañía del otro. Antes de que comiencen a vivir en la misma jaula, se recomienda limpiar todo a fondo con vinagre para evitar posibles olores de nuestra primera cobaya que puedan desencadenar problemas de jerarquía en un espacio más cerrado.


La casa ideal:

Una cobaya puede vivir en diferentes tipos de recintos. En los últimos tiempos, cada vez son más comunes los parques o jaulas C&C frente a recintos de barrotes más convencionales. Suelen ser espacios más vistosos, amplios, personalizados y que nos sugieren una mayor sensación de libertad.


Se recomienda que la medida mínima de una jaula para dos cobayas sea de al menos 1,20 cm de largo. De este modo, nos aseguramos de que nuestros amigos tengan espacio para moverse, jugar, correr y descansar. De todas formas, sobre todo en caso de dos machos, se suele recomendar que las jaulas sean lo más grandes posibles. Así, en caso de conflicto, dispondrán de espacio para separarse y darse un descanso de la presencia de su compañero.


Una buena idea es incluir al menos un par de refugios y heneras para garantizar que cada uno de ellos tenga su propio espacio en caso de necesitarlo. Debemos tener en cuenta que muchas veces las disputas surgen por causas fácilmente evitables y generalmente están asociadas a problemas de espacio.


Con todo, siempre es recomendable contar con otro recinto que nos permita separar a nuestros dos amigos en caso de pelea o enfermedad.


Problemas en el paraíso:

El hecho de que dos cobayas se acepten en un comienzo, no significa que no puedan surgir problemas de convivencia en un futuro. Como hemos visto, generalmente van asociados a celos y a la edad, pero a veces surgen sin un motivo claro. A menudo incluso podremos observar que ciertas rutinas o comportamientos pueden acarrear problemas en nuestro caso particular. Con frecuencia, estos conflictos se pueden solucionar con paciencia, aunque en otras ocasiones será necesario separar definitivamente a nuestras dos cobayas para evitar riesgos innecesarios.


Mi humano es mío y de nadie más

Tal y como ya hemos mencionado, es frecuente que las cobayas integradas desde hace tiempo en el núcleo familiar y que hayan pasado en ocasiones incluso años en soledad desarrollen una especie de sentimiento sobreprotector con todo aquello que las rodea. En el caso de cobayas que sientan un vínculo muy fuerte con su familia humana esto puede ser el desencadenante principal de un sinfín de rencillas. Para evitar esto, es fundamental conocer el carácter de nuestros animales, ya que de este modo podremos desarrollar pautas que nos permitan evitar estos problemas en la medida de lo posible.


Es habitual que estas cobayas no toleren que sus humanos toquen a su compañero y no a él, que les den los premios antes o incluso los metan en la jaula primero. Somos nosotros los que tendremos que encontrar el modo de solventar estos problemas para evitar un enfrentamiento entre nuestros dos pequeños.


Qué raro hueles, amiguito

Un problema en el que la gente no suele reparar en un principio y que puede ocasionar serios problemas en la convivencia de nuestras dos cobayas es el olor. La limpieza de la zona genital de los machos es un aspecto clave para mantener la higiene de nuestros animales. Se trata de un proceso que a menudo suele resultar bastante invasivo para ellos, pese a que los mantiene sanos y limpios.

Este procedimiento inocente puede llevarnos a atravesar crisis de convivencia importantes si nuestras cobayas lo ven como una oportunidad para disputar de nuevo la jerarquía grupal. Cuando esto sucede, deberemos buscar el modo de evitar el problema sin descuidar la higiene de nuestro animal, ya que prescindir de la limpieza genital nunca es una opción por los problemas de salud que podría traer consigo nuestra decisión. En ocasiones funciona limpiar a nuestras cobayas en distintos días para que no sientan los dos la necesidad de competir a la vez, mientras que en otras situaciones quizás es preferible mantener separados a nuestros dos machos durante un tiempo después de la limpieza.


¡Problemas a la vista! ¿Cómo puedo solucionarlos?

Cuando dos cobayas, independientemente del sexo, comienzan a pelearse de verdad solo nos queda una solución: separarlos. Esta medida no tiene que ser permanente, pero en muchas ocasiones resulta muy apaciguadora. Les proporciona algo de espacio y tiempo para tranquilizarse y volver a aceptar la convivencia como parte de su vida diaria.


La separación solo debe realizarse cuando las peleas suben de nivel y de insistencia y podemos apreciar castañeos de dientes que no cesan e incluso persecuciones agresivas. Si optamos por ignorar estos problemas cuando aumentan en intensidad, nuestras cobayas podrían resultar heridas e incluso llegar a necesitar atención veterinaria. Una vez decidamos volver a juntarlas, deberemos hacerlo al ritmo que nos marquen ellas, con paciencia y sin insistir demasiado para evitar que se estresen y se muestren poco dispuestas a solucionar sus rencillas. En caso de que pese a todos nuestros esfuerzos no logremos garantizar una convivencia segura y armoniosa, tendremos que tomar la decisión de separarlos permanentemente para evitar riesgos innecesarios que pongan en peligro la vida de nuestros animales.


Elliott y Kael: Dos hermanos sin derecho a roce

Como se suele decir, a veces una imagen vale más que mil palabras y qué mejor que un caso real para demostrar que dos cobayas macho pueden convivir sin mayores dificultades pese a las rencillas que de vez en cuando pueden aparecer.


Elliott llegó a mi vida hace dos años y ocho meses con cuarenta días de edad. Siempre tuvimos claro que nos gustaría ofrecerle un hermano, pero por distintos motivos no nos resultó posible hasta un año y nueve meses después de su llegada a casa. En el tiempo en el que Elliott estuvo solo en casa estableció un vínculo muy estrecho conmigo, debido a las muchas horas que pasamos juntos en soledad. Nuestra relación es tan especial que ni siquiera tolera que otras personas me demuestren afecto en su presencia, ya que se pone a la defensiva y a veces incluso se pone a chillar. Se trata de una cobaya muy territorial y dominante con un carácter un tanto gruñón y a la que le gusta salirse con la suya. Podríamos decir que le encantan los mimos, pero solo cuando él está dispuesto. No le gusta que lo fuercen a nada o que le obliguen a hacer cosas que no salen de sí mismo.


Hace poco menos de un año llegó Kael a casa con dos meses recién cumplidos. Fue un día muy especial, ya que en él vimos realizado nuestro deseo de que Elliott por fin tuviese compañía de un miembro de su misma especie. Es una cobaya extremadamente tranquila, confiada y muy sumisa. Acepta perfectamente cualquier situación nueva y no le molesta que interactuemos con él en todo momento. En mi opinión, la convivencia de mis dos machos es posible precisamente porque son completamente diferentes. A Kael no parecen importarle demasiado las disputas jerárquicas, mientras que Elliott es muy celoso de su rol de líder. Esto hace que las rencillas sean pocas y no muy habituales, ya que los dos obtienen lo que necesitan sin demasiado esfuerzo.


Con todo, si bien es cierto que Elliott y Kael conviven sin problemas, la verdad es que no interactúan demasiado entre ellos. Cuando están fuera de la jaula suelen realizar más actividades conjuntas, pero una vez en el interior de su recinto, prefieren estar separados. Por ese motivo, dispongo de dos refugios, varias camas y dos heneras. En mi opinión, el motivo de que su relación sea tan peculiar tiene que ver con los casi dos años que Elliott vivió en soledad. Desconozco qué habría pasado en caso de que Elliott hubiese tenido un compañero desde un principio, pero si algo tengo claro es que Kael muestra una dependencia mucho más grande hacia Elliott que la que siente Elliott hacia él. Pese a todo, se protegen y se enfadan conmigo si consideran que paso demasiado tiempo peinando a su compañero o manipulándolo y Elliott no tiene problemas en ayudar a su hermano a volver al salón cuando se desorienta o tiene miedo de regresar por sí solo cuando están fuera de su recinto.


De vez en cuando, surge algún que otro problema, aunque generalmente están relacionados con la limpieza de la zona genital. Algo que me funciona muy bien es limpiarlos en días diferentes y dejarlos un par de horas solos después del proceso para que se habitúen al cambio. Al principio también tuvieron algún que otro problema de espacio, ya que Elliott no es muy dado a compartir sus cosas, pero la solución de tener dos objetos de cada cosa, especialmente dos refugios y heneras solventó todos los conflictos de territorio. Pese a todo, en el año que llevan conviviendo juntos solo he tenido que separarlos en dos ocasiones debido a la limpieza de genitales. La primera vez el problema se solucionó con una noche separados, mientras que en la segunda ocasión me vi obligada a separarlos cinco días e iniciar de nuevo el proceso de presentación progresivo para no forzar la reconciliación y que se estresasen más de la cuenta.

Elliott y Kael conviven en armonía sin demasiadas florituras, pero lo cierto es que nunca están solos, se tienen el uno al otro y yo me siento mucho más tranquila cuando me voy de casa porque sé que aunque tarde unas horas en volver Elliott no tendrá que esperarme en soledad. Verlos interactuar, protegerse o simplemente intercambiar «cuicuis» es muy satisfactorio y emocionante, ya que soy consciente de que yo nunca habría podido llegar suplir todo lo que le puede llegar a ofrecer otro compañero de su misma especie.


Olalla Otler ©



Nota:

Cobayas Puerto Rico le agradece a Olalla Otler por compartir con nosotros/as su experiencia con sus queridos peludos, Elliott y Kael.


Si quieren saber más sobre Elliott y Kael pueden seguir su página en Facebook, Elliott y Kael.


 
 
 

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